
Diría, también, que la blogosfera es un epicentro de todo(s) los minúsculos y peculiares sismos (o seísmos) que coprotagonizamos los cibernautas urbi et orbi, sin más intermediarios que los servidores que nos alojan y que a mí me resulta (conjugado así, en presente ¿virtual?) de lo más gratificante y gratis (además de la tarifa plana de mi conexión de banda ancha o ADSL) webear e internetear por estos renglones torcidos y saltar de liana en liana, merced a la diversísima y variopinta hidrografía de links en red (yellow, blue, black and white, too), sin banderas que nos abofeteen sus exclusiones y nacionalismos, ¿eh?
Y que la blogosfera multisápida y omnilingüe es esto —ahora y aquí, inmediato, ya— sin editores ni correctores ni exterminadores de (er)ratas ni antólogos ni jurados, hasta que alguien más (ostentando su correspondiente vocación de inquisidor de turno y defensor autoproclamado del "himen esquelÉTICOmoral de la humanidad decente, ora(n)te, suplicante y jadeante" intente escamotearlo, prohibirlo y/o censurarlo alguna vez más)
Pues nada, que ahora mismo en Cáceres se celebra esta fiesta viva de la blogosfera, denominada eFindex 2007. He dicho (nihil obstat, imprimatur y postéese, pues).
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